En Honeysucker: New Dust, la banda captura la esencia de una Brooklyn que despierta cuando el sol se oculta. Desde los primeros acordes, el tema vibra como las luces de neón reflejadas en un charco tras la lluvia, ese tipo de imagen que parece salida de una película indie que nunca olvidarás. Es el tipo de canción que te hace sentir vivo.
La voz de Jack Brickner está resaltada por las guitarras cristalinas y una base rítmica que va marcando el paso, con el que te sincronizas a la par, con un murmullo de fiestas lejanas resonando al fondo. los sonidos se entrelazan en un conjunto único en el aire, como si estuvieran hechos de humo y memoria. Y sin embargo, hay una estructura sólida, casi como si la canción fuera un mapa de esas noches donde lo improvisado se vuelve inolvidable.
Con influencias que van desde la new wave hasta el R&B, New Dust no se siente atado al pasado, sino como una mirada hacia adelante, una promesa de lo que Honeysucker está construyendo. Es caos organizado, como Brooklyn misma. Y eso lo hace irresistible.
